Retorno a La Tierra (1955)

Retorno a La Tierra (This island Earth)

Año:1955
Duración: 87 min.
Género: Ciencia Ficción
Director: Joseph M. Newman
Actores: Jeff Morrow, Faith Domergue, Rex Reason, Lance Fuller, etc.
Más datos en la IMDB

Minisinopsis: Dos científicos extraterrestres llegan a La Tierra con la intención de encontrar a científicos que les ayuden en la batalla que está librando su planeta.

Si ya has visto la película, puedes seguir leyendo.

Empezamos bien. Si algo se podría destacar del apartado técnico de esta peli es precisamente lo que no aparece en los títulos de crédito: Los responsables de la música o, lo que es lo mismo, Henry Mancini, Clifford Stine y Hans J. Salter. Por éso digo que empezamos bien, porque precisamente lo que se nombra es lo que no se debería de nombrar y viceversa.
El reparto está lleno de actores de segunda fila que contaron, en ésta, con una oportunidad desperdiciada -sobre todo para Faith Domergue (Dra. Ruth Adams), mala entre las malas- y que acabaron siendo devueltos a papeles de los que nunca debieron salir. El resto del apartado técnico es, como en la mayoría de estas películas de serie B, mediocre -ni bueno ni malo-. La cuestión es que estas películas le sirvieron a algunos directores para aprender y a otros para hundirse.

En cuanto al guión, ya la línea argumental no se sostiene por si sola. Se supone que unos científicos de otro planeta (llamado Metaluna, por cierto, ¡qué curioso que llamasen a su planeta como nuestro satélite hace miles o millones de años, cuando no conocerían la existencia de La Tierra!) viajan a La Tierra en busca de científicos que les ayuden a crear energía nuclear… pero vamos a ver, individuos del espacio, ¿sois tontos u os lo hacéis? ¿cómo podéis creer que os pueden ayudar en un planeta que ni siquiera había puesto a un astronauta en órbita mientras que vosotros voláis «de aquí pallá» como Pedro por su casa? ¿Cómo podéis ir a pedir ayuda a unos tipos cuyo conocimiento sobre la energía nuclear estaba aún en pañales si vosotros sois capaces de crear un escudo de energía atómica o capa de ionización que rodea todo vuestro planeta? ¿Me estáis tomando el pelo?
Y no hablemos del plan B… como no podemos sostener el escudo atómico, pues vamos a invadir La Tierra pero es imprescindible que nos llevemos dos científicos terráqueos para decírselo antes de hacerlo y así perder un tiempo precioso que se podría haber empleado en evacuar el planeta. ¡Olé! ¡Sois los más grandes!… Por Dios, tanta cabeza para nada. Y encima con recochineo, como en este diálogo:
– Exeter: «Será una invasión pacífica. Queremos vivir en armonía con los habitantes de su planeta»
– Dra. Ruth Adams: «¿En armonía?»
– Monitor: «Nuestros conocimientos nos convertirán en sus superiores, naturalmente»
– Dr. Cal Meacham: «¿Y por qué no han utilizado sus cerebros superiores para sintetizar uranio?»
– Monitor: «Casi todos nuestros científicos han muerto. Nuestro laboratorio principal fue destruído. La guerra ha reducido enormemente nuestra población.»
Vale, habitantes de otros mundos pero, si tenéis el laboratorio destruido, ¿qué pensabais que iban a poder hacer los científicos terrestres? ¿Barrer un poco y cambiar las bombillas rotas?
Y, para más INRI está el tema de los científicos muertos… ¿entonces para qué diablos sirve realmente el -al loro- INTEROCETOR (que yo juraría que he visto en el catálogo del Ikea)? Porque, según el Dr. Cal (Rex Reason), «no existe un límite en cuanto a lo que ésto puede hacer, construir una autopista de cuatro carriles a un ritmo de una milla al minuto estaría chupado«. A ver, si no existe límite a lo que pueda hacer el aparato -cuyo nombre es más propio de El día del tentáculo que de otra cosa-, ¿para qué se necesita a nadie? ¿puede construir una autopista de cuatro carriles en nada pero no puede retener los conocimientos necesarios de sus científicos para sintetizar uranio?

Con éstos precedentes, no se puede esperar nada mejor del resto. Tómense como referencia las siguientes frases:
La que dice la Dra. Ruth Adams cuando le está enseñando su laboratorio al Dr. Cal Meacham y aparece un gato que se supone que es la mascota del equipo científico: «Le presento a Neutrón, le llamamos así porque es muy positivo«. ¡Olé otra vez! El Neutrón se llama neutrón precisamente porque no tiene carga de ningún tipo; es el protón el que es positivo.
Y cuando Exeter (Jeff Morrow) le dice a los doctores en la nave: «Tienen que ponerse unos trajes como los nuestros, especialmente acondicionados para vivir en Metaluna» ¡Oh, qué bueno! ¡Pero si son monos de trabajo! ¿Qué llevan de especial, que son 100% algodón?

Pero, sin duda, lo mejor de la peli es la estética. Desde el principio, en la escena en la que el Dr. Meacham habla con los periodistas y se pone un mono sobre el traje (¿no se supone que el mono a la hora de pilotar es por comodidad entre otras cosas?) para montarse y pilotar un reactor. He dicho un reactor, no una avioneta.

Pasando por los juegos de luces de colores en todo lo que encuentran, que hace que te preguntes dónde se ha metido Tony Manero con su música discotequera, o los de Xanadú con sus patines, que ésos sí que son cutres del carajo. Como cuando un rayo verde controla el reactor del Dr. Meacham, donde también esperas que salte una voz diciendo «Está usted siendo controlado por alienígenas, no se resista; repito: no se resista». Y a las luces hay que añadir los zumbidos tipo condensador, sobre todo en la absurda escena en la que el Dr. Meacham está siendo llevado a la base de los científicos en un avión no tripulado y suena un zumbido ensordecedor y, ¿qué hace el tío? pues quedarse dormido.

¿Y qué decir de los extraterrestres? Son una mezcla de Christopher Lloyd en Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985) y Elvis de joven, en Amor en Hawaii (Norman Taurog, 1961), bien moreno.

+ =

Por seguir con el tema extraterrestre, tenemos el platillo volante que, cuando no es cogido de lado da bastante el pego. El interior de la nave ya es otra cosa: volvemos al absurdo concepto extendido por el género de que es mejor que sea algo muy grande pero casi vacío. Como si alquilases un almacén de 1000m2 para guardar una caja de bombones.

Pero lo bueno son las tres cajas de bombones que hay en el almacén: La primera es un Interocetor, claro, que lo tienen hasta en la sopa aunque demuestren que no es más que un aparato para hacer videoconferencias. La segunda es una bola con luces de navidad que se supone que es el sistema de navegación de la nave, aunque yo no me lo creo y me remito al comentario sobre las luces y los botones y su relación con los errores de Windows de Batalla más allá de las estrellas. Y la tercera son las cámaras de compresión y descompresión para resistir las condiciones de los planetas, en las que se produce algo curioso: se supone que hay unas piezas imantadas en las que hay que poner las manos y, cuando se ponen, las manos se quedan sujetas pero… que yo sepa, la carne humana no es atraída por un imán… si llevasen guantes metálicos o algo similar, vale, pero con la mano tal cual pues… oiga, que no cuela.

Luego tenemos los decorados del planeta, que se nota a la legua que están pintados, como La Tierra cuando se ve que se aleja el platillo volante. Además, los decorados vienen aderezados con explosiones de colores de los meteoritos… maravilloso.

Y al fin llegamos a la estrella de la película: los mutantes. Los mutantes son taaan cutres pero taaan entrañables… Se nota tantísimo el plástico del disfraz cuando el mutante dobla las rodillas o los brazos… pero a la vez son tan dulces, con sus cabezas gigantes en forma de gland… quiero decir, de cerebros gigantes y sus pinzas que hacen que la escena de tensión final sea completamente ridícula con el mutante ahí, intentando agarrar a la Dra. Adams sin poder hacerlo porque, claro, la parte de las pinzas son una extensión de los propios brazos del tipo que está en el disfraz y cuando chocan con algo se doblan. ¡Grandísimo!

Como se habrá podido deducir, Retorno a La Tierra es una película muy cutre, pero si se aguantan los primeros 40 minutos, se convierte en una película muy divertida y supongo que siendo físico nuclear la risa se multiplicará por 100 con las chorradas que se pueden llegar a decir. Yo, como no soy físico nuclear y me he reído con lo que me he reído, pues sólo le doy un 2 en interés.